Todos los días, de camino al trabajo, paso por una casa que tiene un patio andaluz lleno de macetas con plantas muy cuidadas.
Es un patio limpio y luminoso, y el verde de las hojas combina muy bien con el ladrillo visto de la casa. Muchas veces me he preguntado quién será el artista de este patio tan bien puesto.
Y hoy, de vuelta a casa, he visto a la dueña de las plantas. Una dama con el pelo plateado, muy señora de su casa. Con un cuidado exquisito la he visto regar, cambiar de posición una maceta, quitar las malas hierbas de otra. Y, mientras, sonreía y hasta me he imaginado que sabía el nombre de cada una. Y que hablaba con ellas.
Porque cuando ponemos cariño en lo que hacemos, como ella, no regamos un geranio, un rosal o un jazmín. Ese geranio tiene nombre, es único. No es que me haya vuelto loco. De camino a casa he vuelto a caer en la cuenta de cómo cambia todo en nuestra vida si ponemos cariño, si tratamos como únicas a todas las personas y ¡a las cosas! que cada día se cruzan en nuestra existencia.
Bien por esa dama. Me ha dado envidia su sonrisa.
LLevas razón, el cariño cambia el sentido de las cosas y con respecto a las flores, son seres vivos y sienten el amor con que se les cuida y corresponden con su belleza
Es cierto… el cariño todo lo hace bello. Yo ahora le estoy cogiendo cariño a unos geranios que me compró mi madre 😉 da gusto verlos florecer.
He visto a Tita Charo reflejada en tu artículo.
Gracias Juanjo con estos pensamientos que florecen, me recuerda a mi mama. Creo que heredé su amor por las plantas….les hablo muchas veces….y me encanta «jardinear»
Gracias a María Jesús, Fon y Ljudmila por vuestros acertados comentarios, que enriquecen este Café de Redacción
Estaba buscando una buena foto de un patio andaluz para pintar una acuarela que me han encargado. He visto varias veces esa foto y qué sorpresa cuando he visto que venía de tu blog. Felicidades.