Almuerzo en una casa mágica

El sábado tuve la suerte de almorzar en casa de Javier y Marina. Bueno, de ellos y también de Santiago, Carlos, Nicolás, Luis y Tomás, que son sus hijos, y es que no sería la misma casa sin sus risas, sus gritos, sus llantos y las peculiaridades de cada uno.

Marina es la señora de la casa. Fue capaz de hacerme un hueco en su hogar y «adoptarme» durante unas horas, con una elegancia y un cariño que nunca olvidaré.

Santiago tiene mucha, pero que mucha clase. Reservado, de entrada… pero de salida es agudo, sereno, perspicaz y con esa garra de quien defiende su adolescencia con uñas y dientes porque no soporta que le den gato por liebre.

Carlos es un genio y la verdad es que tiene mucho genio. Acaba de abrir la puerta de la adolescencia y todavía se está situando en los vaivenes de su particular montaña rusa de sentimientos encontrados. Culto y algo vaguete. Adopta pose de general con mando en plaza en las batallas que organiza en la buhardilla de la casa con sus hermanos.

Nicolás es sencillamente alegre. Le vi meter un golazo antes de comer, jugando al fútbol con sus amigos. Es capaz de crear, con su boca, los sonidos más increíbles y graciosos.

Luis es puro corazón. El más servicial de los hermanos y con esa ingenuidad de quien vive todavía en el refugio de una infancia en familia numerosa. Lo cuenta todo, pero lo mejor es cómo lo cuenta.

Tomás me dejó boquiabierto. Se sabe, y eso que está en 1º de Primaria, TODAS las capitales del mundo. Con eso te digo todo.

¿y, qué diré de Javier, el padre de esta familia tan estupenda? Que es un gran amigo. Que a su lado te sientes importante. Que me regaló uno de sus libros de poesía y ya me lo he leído dos veces.

Termino con uno de sus poemas. Se titula Casa Mágica. Porque ese día, en Pamplona, tuva la suerte de ser uno más en ese hogar donde la magia es tan real como ese vaso de tequila que nos tomamos  -Javier y yo- a los postres.

CASA MÁGICA

Es una casa mágica. Hay cosas

extrañas para un niño que regresa.

Hay recuerdos tirados en la entrada

y cuadros que te miran con enfado.

Hay pasillos y sombras, libros tristes

y cartones pintados, soldaditos,

botellas de colores, astrolabios

y dos gatos maullando en la despensa.

Afuera, el bullicio a mediodía,

las paredes mordidas por el aire

y aquella luz tan blanca como el cielo.

Y en el cuarto del fondo quedo yo,

yo, mirando dibujos de mi padre

o libros con historias y batallas.

6 Respuestas to “Almuerzo en una casa mágica”


  1. 1 Ljudmila Hribar 21 enero 2008 a las 10:19 pm

    Hola Juanjo,
    gozo contigo de semejante visita. Que lindo llegar a una casa de familia numerosa donde la madre te atiende a cuerpo de rey y el padre tiene tiempo para escribir poesia. De verdad una casa mágica!

  2. 2 juanjomolina 22 enero 2008 a las 5:23 pm

    Bien, eso de acuerpo de rey no fue realmente así. Las cosas mágicas son sencillamente normales. Un almuerzo normal, de familia numerosa. En cuanto a que el padre «tiene tiempo para escribir poesía»… lamento no haber sido todo lo acertado que tenía que haber sido. Para muchas personas la literatura no es un entretenimiento, sino su profesión. Otra cosa es que disfrute con su trabajo. Mil gracias por tu comentario, Ljudmila!

  3. 3 pol 23 enero 2008 a las 7:18 pm

    Bonita familia. Todas merecen ser contadas. Cuando son así: ricas en variedad, para bien y para «mal». Saludos.

  4. 5 Jojo 29 septiembre 2009 a las 8:24 am

    Confirmo todo lo dicho (y no es porque Marina me haya sobornado con sus tartas)…

  5. 6 ikyalmayer 29 septiembre 2009 a las 2:09 pm

    ¡Qué casualidad! Todos los nombres coinciden con los de una familia a la que admiro y en cuya casa nunca te aburres. Además, saben aconsejar sobre libros.


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